Convivencia con la familia política
Convivencia con la familia política
Autora: Margarita Murillo
Una boda es una unión de familias.
Lo digo siempre, estamos ante una nueva era que camina hacia una nueva humanidad. Las cosas están cambiando para todos, para las familias reales también.
He leído muchos artículos de prensa y de blogs que habitualmente sigo en los que se comenta el problema que tiene Megan Markel con su familia política y entrono. Y, yo me pregunto Diana, Sara, Kate, Megan ¿son mujeres tan difíciles, complicadas, enfermas, extrañas…? O simplemente son mujeres, cada una con sus diferencias, a las que se les exige comportarse como no se comportan, pensar como no piensan, hacer lo que no quieren, relacionarse con quien no quieren y solo tienen algo de autenticidad cuando alguien, fuera de su nuevo y exigente entorno, las escucha y utilizan ese recurso como balsa de salvación para no perder su propia identidad, mientras se van adaptando a su nueva familia, al tiempo que la familia y su entorno se adaptan a ellas.
Todos venimos de familias y grupos de amigos que nos marcan, que nos condicionan, que nos guían, con quienes nos identificamos, formamos tribu, familia, clan… que se unen, a su vez, a través de las uniones de sus miembros. No es algo fácil de asumir en muchas ocasiones, todos tenemos prejuicios (ej. yo no quiero en mi familia o entrono delincuentes, personas de otra raza, personas con determinada ideología, personas de otro país, de otra clase social, de diferente poder adquisitivo…).
Me llama la atención que, precisamente, las mujeres que se incorporan a la familia real británica son mujeres que reclaman libertad y autenticidad, mujeres que trabajan sobre sí mismas pero que son juzgadas allá donde van, siempre con dos bandos muy polarizados.
Juzgamos mucho
Hablar, ser transparente, contar o expresar tu verdad es una decisión individual, hay quien lo necesita, hay quien no. Los seres humanos reaccionamos de forma distinta ante nuestros sentimientos y emociones. No es, por tanto, una cuestión de comportamiento correcto o incorrecto, sino de respetar ser al otro como es, porque cuando se lo impides acabará estallando, el día que no pueda más o el día que se sienta arropado para hacerlo. Son varias las psicólogas que me siempre me han dicho que debemos expresar con libertad nuestras emociones y sentimientos, con la única excepción de la violencia; única expresión de nuestros sentimientos y emociones de debemos reprimir. Pero, ¿realmente dejamos que las personas se expresen libremente?.
– ¿Por qué no lo dijo antes? ¿tal vez porque no era capaz? ¿tal vez se sentía en un precipicio?.
– Ya sabía en dónde se metía. Supongo que todos sabemos en donde nos metemos en parte. La vida, el día a día, nos va diciendo dónde estamos y si nos sentimos o no a gusto ahí, si necesitamos cambios o no y si nos adaptamos o no.
Tiempo de adaptación
Además, introducirse en una nueva familia e introducir miembros en una nueva familia NO es nada fácil, en la mayoría de las ocasiones se necesita un tiempo de adaptación, de conocimiento, de establecimiento de límites. Se necesita tiempo para aprender a quererse, pero no es un tiempo que se pueda agendar, no se pueden poner fechas.
Creo que el foco del problema es el binomio respeto – amor. El respeto se aprende y la mayoría de las personas aprenden a respetar, cada una hasta un límite distinto, pero es algo inmediato que favorece las relaciones interpersonales. El amor por el contrario, lleva tiempo y no se aprende, sino que se gana.
Creo que cuando se opina sobre las relaciones familiares de otras personas, en general se mezclan y confunden los conceptos de respeto y amor.