Existen muchos programas de televisión que son muy populares y tienen grandes índices de audiencia. El problema es cuando un programa de entretenimiento se convierte en foco de polémicas vinculadas al comportamiento de sus concursantes o presentadores.
Nuestra naturaleza social hace que, aunque con frecuencia entremos en discusiones, es superior nuestro instinto de protección, por eso cuando se ve a alguien sufrir, pasarlo mal, la mayoría de las personas empatizan con esa persona y condenan, con la mayor sanción social que existe que es el aislamiento, a quien causa ese daño o dolor.
Vivimos un tiempo donde se sabe cada vez sobre salud mental y por eso la sensibilidad ante el dolor emocional está aumentando, por lo que comentarios hirientes, ofensivos o crueles son considerados inapropiados, y exigen disculpa y corrección. Cuando esto no ocurre, la sociedad reacciona, algo que en el caso de los programas de televisión se transforma de descenso de audiencia.
Ámbito Profesional
Conviene tener presente que un programa de televisión se desarrolla en un ambiente profesional, donde no está solo presente el Protocolo Social, con su principio básico de respeto; también entra el Protocolo Empresarial, donde el clima laboral es uno de sus grandes protagonistas.
Por todo, las consecuencias de no respetar las normas del Protocolo Social y Empresarial (que las impone la sociedad, aunque a veces no se de cuenta), lleva consigo una sanción social, que en el caso de los medios de comunicación afecta a la imagen del programa, con una posible pérdida de audiencia, a la imagen de las personas que lo conducen, que pueden verse afectadas en su desarrollo profesional por una mala reputación y la falta del cariño del público y a la imagen de las personas que participan en esos programas, pues quien tiene un comportamiento inadecuado puede ver afectada su carrera profesional pero también su ámbito social cuando se produce rechazo.